jueves, 30 de julio de 2015
El Vidrio de Sangre
Yo habìa vivido sobre una ventana.
Hasta casi la supersticiòn habìa vivido, por lo
cual bebìa de una torre.
Como se supondrà caminaba por el vidrio y en
èl buscaba puentes.
Jamàs hallè uno.
Es dificil que el vidrio de una ventana nos ofrezca
la posibilidad de un puente, ello lo hace sòlo el barro.
Otra de las suposiciones es que todo debajo de
mis pasos serìa transparente.
Pero hay vidrios que poseen colores.
Sobre el que yo vivì poseìa el de la sangre.
Yo vìvìa sobre una ventana.
Sus àngulos - de madera o de hierro- me
suponìan una esperanza con un descenlace que
en nada fuera semejante al cual me ofrecìa
el vidrio por si mismo.
De esa manera mi esperanza creciò en la hierba;
alejada en su mente totalmente del vidrio.
Nunca la habìa visto, jamàs la habìa contemplado.
Sòlo estaba en mi imaginaciòn como un eco.
En el vidrio.
Pude haberme arrastrado en el barro.
Facilmente hubiera escalado maderas y hubiera
mordido perpetuamente el hierro.
Pero no fue asi.
Y como hay vidrios que no son transparentes. Vidrios
que no poseen colores.
Me conformè con uno que de dìa y noche era de
sangre.
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