jueves, 9 de julio de 2015
La Casa del Geranio
La casa del geranio, emparentada con los
circulos, la expresión de junio, más precisa
aún enlas mafias de una atalaya y en esas
procesiones donde los navíos respiran
objetos de verde; pluricelulares y puros
como el concepto de una amatista.
El sol y la fiebre del equino envuelta en
sueños, los diálogos que establecen las
orillas en medio del puente, para que el
mismo, determine cúales son los pasos del
animal que lo pasará y vivirá para siempre
y cúales de aquel que no lo hará.
El grial donde los eventos ensortijan las
axilas de una prosa en cuyas espadas, el
hierro juega a pertenecer al hombre, a
los ritos -uno que otro profano- y los ángulos
que se diseminan en la punta de un
candelabro, justo en el instante en que
el sol en el universo muestra un gemelo
en tal punta.
Y en la genesis de ese episodio con el
nacar, en el principio de una cubierta de
anguilas en las manos, procesamos el
color que llega de las hojas, la paciencia
que entrona el maleficio en sus atomos,
donde solitarios embrujos le dicen a
la noche: por quién y por qué le cantas
a la vida.
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