miércoles, 29 de julio de 2015
Contemplaciòn
Un pergamino.
Habiamos caminado junto a èl como una hoja
y en otoño lo vimos cruxificarse en las
ramas.
Las ramas sitiaron el canto de una melodìa
convertida en trino o gorjeo; con ello el pàjaro
concluìa que màs allà de su vuelo era mas
fuerte su existencia.
Un pergamino porque las funciones del sueño
vuelven a este invierno para replicar, para
interrogar sobre una gota de lluvia como una
redenciòn, donde son ingravidos los peces que
yerran en el aire.
Relentes donde el infinito se desplomaba. El viento
como un brillo, ajeno a lo concreto; un manantial que
respiraba entre la transparencia y junto a una ràfaga
parecìan cercenar la tierra.
Y la creaciòn?
La creaciòn ritualizaba un lago. Domeñaba una piscina.
Llenaba de tulipanes un manantial y luego evolucionaba
al pudor como lo hace un latido, un pliegue en el oceano
y un cantaro donde el enigma conquista en sueños -sòlo
en sueños- la magia.
Y despuès del pergamino màs de un àrbol.
Un continente sin paises, donde el arbusto florece como
una libèlula y comparandolo asi, por el brillo que desplaza en
su vientre, llegamos a un descenlace en el cual su existencia
se desplaza en la noche, sòlo bajo la noche
para poder mostrar lo luminoso.
Y es extraño que nos intentè mostrarlo.
Porque ninguno de nosotros jamàs pensaba en contemplarlo.
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