jueves, 9 de julio de 2015

La Flor





La flor se extiende sobre el papiro.

Su constituciòn pertenece a un mundo de
goznes, de dìas con una arcana infancia
de tratos azules con vestigios, esos
que eran purificados por la
soledad de un iris, de un cipres empotrado
en una rosa.

La flor pasa de un labio a otro sin un
remanso.

Sus habitantes recorren el espliego 
junto al plasma, donde ya antes las entrañas
inundaron el caos.

Las calles en ese mundo permiten diminutas
historias de fotosintesis.

La señal adquiere en el amanecer
una escritura neutralizada por el petroleo.

Incursiona el relieve en un grabado.

Incursiona entre valles secretos de puas.

Traza en ellos la voz de una palmera 
soterrada por las cumbres.

La luz descubre un tercio de la poblaciòn
mundial en el racimo.

En la colmena y la alhambra escriben
arabes desiertos
de numeros sagrados en los edificios.

Los calendarios ofrecen un rìo
un calendario de excepcionales botines 
como el vilo.

Una gota de sudor, vuelve del frìo
con una historia de otoño.

Los jirones recorren atrios donde
la sediciòn se convierte en bengala.

Escarabajos de sol siguen a los àrboles
profetizando en las ramas un saqueo.

La flor se extiende sobre un papiro.

La reconocemos por el agua en sus labios.

La reconocemos por el dìa en sus ojos.

Y por teluricos oceanos de eter, arrastrandose
en sus lampos.




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