sábado, 25 de julio de 2015
Numismàtica de la Nieve
Hoy intentarè escribir sin definiciones.
El celeste sòlo serà una variaciòn del azul.
El azul; una canciòn que huye de la noche.
La morgue una interpretaciòn del felinario.
El instante una expresividad con rapsodas modernos.
La diàspora; pero no como un momento de lo incomprensible,
sino como un brillo que socava la brisa, el volcan y los tempanos.
Digamos tambièn que una saeta puede ser un viento
de porcelana, que coronaba sus siluetas con
poliedros o musgos, llegando desde
las entrañas con dioses contiguos
o un lapso de espinas en los
ojos de los eslabones.
Asi, no hay ninguna relaciòn con la tarde,
no puedo escribir desde la ciencia de la imaginaciòn a no ser
por la espuma que arranca coeficientes el aura o
el ritual que prensa en sus labios, una insignia dotada
de estandartes, entre la altura de un maleficio o
la estaciòn del frìo, arrancada a la numismàtica de la nieve.
Hoy intentarè.
Serìa nocivo decir que lo harìa.
Nocivo como una inclinaciòn a la tierra que recoge
su gorra.
Como una porciòn de estrabismos que alguna vez fueron
boreales y sin embargo esa capacidad fue dada
al universo un crepùsculo en que el aliento
era una ortiga.
Y el soplo, un arcano pedazo de amor que
dormìa en las cabezas.
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