lunes, 20 de julio de 2015
Lenguaje
Construye un rio, luego una noche; escencial
para todas las cavernas, motivo de agua entre la
desigualdad.
Coloca un evangelio en los candiles.
Ofrecelo a los hombres que pasan la vida
entre sus propios huesos.
Junta tus propiedades -al menos intentado- de
manera azul.
Habla con las hienas en la orilla de un archipielago.
-necesariamente allì-
En dìas escenciales mira la tierra de manera coherente,
por lo general evita la lucidez y el tono brillante de
las dagas.
Edifica morgues en tu cocina; una para cada uno de
tus gatos.
Observa en el lirio donde el arroz une el polen con
otras cavidades de la abeja.
Ten por presente yacimientos, semillas de gravedad
como la soledad a veces alcanza, entre costuras y redadas
con perfume de azoteas, oye en el amanecer a los gallos.
Oyelos. Revuerda que hablaron con los gallinazos.
Escribe de la pared en una casa, respira en nuevas
maniobras donde el sueño inmoviliza un paraje lleno de
cotas.
Reparte tu piel entre algo que pueda llevar abriles.
Se neoliberal porque nunca alcanzaras con ello una brisa.
Sal al mar buscando un punto en el agua, separalo del
dìa que corta o destruye; si vas a escribir dedicate a olvidar
ten por ejemplo a la luz y los labios; el beso
es un animal que de manera sudorosa se hunde
en cada roce de manera extraña y diferente; en su espìritu
duerme un prisma.
Construye un rìo, tenlo por bosque, has de èl un prado y en
tus uñas sondealo hasta el final de este invierno en que el caos
separa la lluvia de los azogues y son nocturnos los esfuerzos
por sostener un lenguaje.
Y sembrarlo cada amanecer entre agujas.
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