domingo, 12 de julio de 2015
Los Principes Rojos
A cierta hora intrascendente de la playa, el
destello se quebró.
Tenía un botón igual a una mezcla.
Profería balsas sin estilos internacionales.
Era adornado por cascaras de mandarinas en
alguno de sus fulgores.
Leía el eclesiastes, hasta poder definirlo como
una teoría.
A determinada hora el escrito era una infancia
que subía y bajaba por las escaleras, mientras
tú y yo hablabamos de edificios.
Tu casa en ese entonces, era geometrica; extensa
y novedosa como la comunicación, llena de
barcos y pupilas como un analisis.
A determinado instante el destello era mi opinión
después de los lapices.
Un acento político del límite, un punto neoliberal
de la nieve.
No-revolucionario y lirico, romántico y extraño
en las mandibulas, latinoamericano y crudo
como toda emergencia de calor en el frío.
Lo más extraño es que despues de esa hora
intrascendente, las diferencias con el universo de
una horda, terminaron por convertirse en
dianas, en islas y canteras, en anarquías
de nihilismos masónicos
controladso por dictaduras felinas,
por principes rojos que llegan del sueño
del sudor de la amatista,
de las insinuaciones,
de las sugerencias reciprocas con las voces
en el pelo
y esos idiomas encerrados en el aire.
Igual que celulas de brea entre las
uñas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario