miércoles, 22 de julio de 2015

Poema






A veces la noche es una araña.

Una revelaciòn de antiguos mercados en
las constelaciones de una mayòlica.

En los perihelios donde probablemente un
amanecer se unen los edificios.

En ocasiones la noche es un manto.

En otras duerme sobre un escalpelo que 
busca sus colores en un arcoiris.

Otras dibuja un filo para un poema, un roce
antiguo como el craneo mientras los diluvios con
constituidos por rafagas.

Y la creaciòn camina dividiendo sus figuras.

El oleaje crece de manera que 
el universo suelta mensajes sobrenaturales,
revelaciònes que pesan el vuelo de una gaviota en
la continuidad de una red o el espìritu
de una cota, soldada en lo alto por hemisferios
de fusibles.

En los vidrios atardece.

En las asambleas de las estelas sucede de lo mismo.

Se diferencian porque a las ùltimas se relacionan
los crepusculos, los tornasoles.

Pero en ocasiones la noche es una rada.
Un vuelo de esponjas.

Una coincidencia en el momento preciso en que
el aire se encuentra con la carne en 
el timpano del oido.

Y como consecuencia brota el sonido.



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