martes, 1 de septiembre de 2015
Versiòn e Intensidad de las Figuras
A cierta hora que es tambièn determinada.
Cuando la vida es derrotada por los
desplazamientos.
En los dirigibles de tulipanes.
En el punto mas tenso de la aurora.
Bajo el temblor del tallo en el ancla.
En el esquimal que duerme debajo de
los barcos.
En los desiertos de una helice.
Luego de una insinuacion tropical y terrestre
como la percusiòn.
En la morfologìa y las bengalas que llegan
para vivir en los interiores de sepia donde el texto
libera las epifanìas.
Dentro del cine donde se crispa una larva
y el peciolo es de aceite y enumerando
las manzanas que crean un tejido,
da paso a una varanda.
En lo que aparece con tambores de salitres
y veteranos.
En lo intacto.
Bajo un cielo de intuiciòn buscando sus
reflejos.
En los patios y el color de las serpentinas.
En las cabañas del juez y el olimpo de los
artesanos, a cierta hora por la cual decimos
que algo en nosotros ha vivido, algo como el
mar, algo como una clavicula cortando
un pulmòn, una bahia, un archipielago desde
el cual se agitan los pudores de la arena y esta
nos muestra sòlo los del medano.
A cierta hora que puede o no ser determinada.
Alcanzada por leñadores y ebrias cartas
donde se agita un espiral,
un vortice del tamaño de tu pelo cuando dejas
que se enrede en las plataformas del cefiro.
Un cefiro diespuesto a desencadenar un
poema tan distante como los sirtes.
En el balcòn donde la araña pregunta por el
cuervo.
A cierta hora de trigo y estandartes sobre una
mesa donde configuramos los alamos.
La silueta del niño. La estalactita de galeòn en
uno de los musculos de la hierba, situada esta vez
entre latigos de sueño donde tambièn se crece.
A cierta hora, donde las casas y los truenos son
una misma cosa y no sabes que camino tomar
de ambos.
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