sábado, 19 de septiembre de 2015
Los Opalos que Cuelgan
Llega el dìa, ha colocado uno de
sus pies en la ojiva y el otro vuelve a
la arcilla.
Muy cerca historias de barro se tejen.
La vida de los lirios vuelve a deformar el aire.
La brisa lo hace con la existencia de las
cabelleras.
Cultos de sol llegan desde la mirada de la
espuma.
Bandas de espuma tocan baladas en la cofradìa
de un aire seco.
Perspectivas de hiedra se encaminan hacia
los molinos, conjuntos de helices acarician un
tatuaje en la piel, el deseo forma un moluzco.
Vuelvo a hablar conmigo de manera que las
palabras y la piel puedan tocar la tierra, llamo
a los osos de forma abstracta y seguidamente
tomo un papel del prologo,
un subtitulo.
Todo vuelve a ser extraño como los adoquines
de un subtitulo.
Todo vuelve a las calles matizado por un grito.
Las paredes se cierran ensimismadas y puras
en su lenguaje: yo no lo comprendo,
yo sòlo lo escribo y es esa escritura una
interpretaciòn de la distancia.
Llega el dìa, hincha de plomo el sol, mancha
de veneno la cita con la acustica, sorprende a mi
nuca nuevamente desde sus zafiros.
Los opalos vuelven a colgar del cielo.
Los opalos llevan vestidos negros buscando un
pubis, una meseta de convierte definitivamente en
soplo y como un archipielago en sueños, vuelve
a ser el deseo quien se abre paso en los corales
de la madrugada.
Atolones.
Teorìas originales de aletas
Llega el dìa con reresentantes marsupiales desnudos,
con cabezas de alambre y en un lejano puerto
llego a la miseria de la flor,
al analisis de una imagen tan poderosa como ella
en las entrañas,
mientras lo mas desconocido vuelve a agitarse en
sus crestas
igual a un jaguar desconocido.
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