sábado, 26 de septiembre de 2015
Anecdotario de una Ciudad
La ciudad es amarilla. Es azul.
Alguna de sus paredes es una palabra.
De noche le canta a la respiraciòn.
Toma la unciòn muy cerca del deseo.
Llega a los cuadros con una sentina.
Evalua las enciclopedias de un canal que
detiene sus labios entre los estrabismos;
cualquier canal, sobre todo fonètico.
Llega a la nieve con paginas de erotismo.
Toma los cojines del viento y serpentea.
Descubre el origen y la tempestad.
La brizna en los ojos.
El mar en la habitaciòn con un reloj de
estandartes semejante a los elixires.
Como una antonomasia que descuelga un
pendiente de los azulejos, la ciudad
es un animal dotado de cabellos que aùn
se involucran, que sacuden los tornos donde
duermen entre indicios aquello que era
de papel entre horarios lunares, en
los pronosticos de una laguna, en
la forma como llega a màs de
un manantial sin darnos cuenta sus paredes,
sinofrecernos mas allà de los planetas
una ventana, un valle de cines o una platea
donde el musgo relata cosas arcanas
dentro de lo inverosimil. La ciudad llega al
reflejo euna palabra donde termina el de una
mosca. Y esa palabra lo sabe, lo conoce
y entonces lo describe al hombre que habita
en ella. Para que no suceda lo mismo en los
espejos donde describe la luna y a veces la
vida aquel hombre.
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