viernes, 18 de septiembre de 2015

La Palabra




Sòlo queda una palabra.
Una que sostiene el àrbol en un ojo.
Una que el viento imagina como un fosil o se
precipita sobre un reino de bozales y de peces desnudos.

Y he llegado a ella con la conclusiòn de esa
extraña ignorancia que como un enigma nos arrastra 
hasta la arena. Sòlo unos pasos màs y la orilla
nos mostrarà otro mundo.

Sòlo una.
Asciende por el viento como una andanada.
Sostiene las replicas y los soles convertidos en 
particulas. Inventa bajo la piel un episodio de
la apariencia, un evento que acaso recoge 
la direcciòn de los cabellos dentro
de un maleficio emplumado; quizà una
maldiciòn.

Variopinta, miscelanica, abominable y llena de horror
junto a los talones donde un pajaro llega de noche
para mostrarnos el alfiler de un hechizo
convertido en flecha.

-me pregunto cómo lo harà-

Sòlo una palabra.
Desordenada y pura.
Caminarà despuès de su llegada hasta la complacencia
del verbo, irradiarà en las albuferas la colecciòn entera de
un conjunto de hierba solidificado en la iridiscencia,
alterarà los vidrios del parque donde 
dos adolescentes aùn se alimentan de la nieve y los
dragones, modificarà el espacio donde 
alguna teorià de agua revelò
lo eterno.

Una palabra que este atardecer encontrò su eco en mi 
vida.

Pero yo no pude encontrar el mìo en la suya.





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