viernes, 11 de septiembre de 2015
El Sentido de los Peines
Vivir en el sentido como para saber que provienes
de esa brisa donde el mundo es intacto.
Responder a los peines.
Tocar las estelas antiguamente como lo hacemos
en un manuscrito al recorrer las columnas.
Poseer un orden de providencia en cada remordimiento
que eleva nuestras caminatas hasta una interpretaciòn del
hambre con bengalas.
Vivir de acuerdo a una oscuridad que sobreviviò
al nombre femenino de dios en una cadena.
Poseer animales, el epistolario rebelde en el
craneo, quitarle todos los adjetivos a una medalla,
incendiar el horizonte con un lugar absoluto de hiedras.
Responder al llamado del cefiro con el rigor del balde.
Ver en el fruto una verdad desconocida.
Contestar al espiral con una forma del rìo que regresa
al caudal buscando ser cristalino.
Hoy que escribimos pensar que todo esto es posible
nuevamente ideal, sordo y agudo mientras una profecìa
visiona un canto en madrugadas de sueño
-las auroras son el pensamiento de una estrofa-
donde el animal es de cera y vuelve a ahogarse en los
pabellones de una cabellera.
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