lunes, 28 de septiembre de 2015

Poema






A medianoche.
Al lado de una columna o una amapola
girando entre virreyes.

Extraño, como un jardìn de bolsas o estancias.
Atormentado por una divisiòn de plaquetas o
de polen.
Igual a un nombre de bronce en las esquinas
de un extraño pais que pronunciamos en la piel.
No en los labios.

A una hora imposible en el verbo, cuando las palabras
buscan las suyas entre los nombres y el universo vuelve 
a reconocer ese incendio de un baul junto al conocimiento
o la primera hendidura del agua.

A medianoche cuando las estrellas son confundidos
con los astros y no sabemos que brillo es exactamente
para nosotros. Es la ùnica manera de inundarlo todo.
De creer que un cometa es un àrbol.

Y el tallo que allì viviò, un jaguar.




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