miércoles, 23 de septiembre de 2015

Los Porticos Infinitos




Era la lluvia quien recorrìa la multitud
con artefactos de alambre, midiendo la voracidad
de los templos, llena de garua y asfalto
Estaba sembrada de oceanos.

Y entre movimientos de tempanos, el oceano
pasaba a ser una noche y ebrio de astrologìas
en los hombros, tomaba el evento propio 
de aquellos que llegan al aire con una 
cabeza en sus manos.

-evento de lienzos y miscelaneas-

La lluvia; como una creaciòn antigua de un
hombre con la proyecciòn de una cabeza en las
manos.

Una que llegaba de la astrologìa.
De los renombres de plastico.
De los puertos en la arena donde desembarcan
seres de hollìn y plastilina.

Seres que se desvanecen en las facultades de
antiguas enredaderas y observan el bucle del agua, la
casa de la corona en los manantiales, donde se
agitan inundaciones y peces, donde el 
soliloquio del valle es un sonido entregado a aquel
de la gravedad y el pedazo -el ùnico pedazo- sobre la 
tierra de un cometa.

De un especimen que imagina la articulaciones.
Todas de cirios, todas por ejemplo de piletas, de enjambres,
de palcos en las efigies de una ilusiòn donde
el espacio es sòlo un manifiesto,
una pronunciaciòn toràxica hecha de costras entre las
almenas, incendiandose entre infinitos porticos.










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