miércoles, 30 de septiembre de 2015

Incendiadas por Jinetes




Bien podrìa ser esta lampara. Este cuadro
de carbòn en la gorra. El subtitulo del periodico en
una raiz.

Esta linterna sobre un diario de cuarzo sobre
las cenizas.

Los cascos y pergaminos que limitan con los
moviles, con los limites y las fronteras.

La esfera creando tensiones sobre el aceite, 
trayendo ademàs un devenir de escencias culminando
la obra de la transparencia en el alabastro.

Bien podrìa leer el calendario de una morgue,
volver a oprimir mis huesos, las cartas a una sentina o lo
ideal disputando a la arena un titan, a la estela de barro un 
coloso.

Y hasta podrìa oir un himno en la madreselva
de los grillos, donde el espacio duerme entre
una mantis y el recorrido mortal de un huerto lo hace
en una pocima, en el vidrio postal de una casa,
en la camisa de bronce del helecho.

Incluso contratarìa palacios para esquinas de fuelles
donde el amuleto llega a una amapola metamorfoseado por
la conquista de un graffiti en el arco, donde los
escenarios son puros y simultaneos como 
una ballesta.

Incluso escribirìa a la iguana de mis antiguas erupciones.

De mi amor por edades de miscelaneas en los
molinos y caballos, donde las respuestas,
-absolutamente todas- eran siempre
incendiadas por jinetes.





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