martes, 22 de septiembre de 2015

Selvas y Anclas





Tenemos la perspectiva del lecho
abierto al acuario del musgo entre velamenes
de hiedra creando absolutos papiros; tambièn una
cronica del diluvio en la bengala.
Una sinecdoque.
Una antonomasia sin ningun color en la punta
de su corola.

Desde esta casa a los hemisferios
sòlo se completa una esfera de lapices, una ventana
que mira el amanecer y dibuja la hisotoria de la luna sòlo con
un bajorrelieve en su aceite.

Graficamos un trineo -el labio es boreal si toca la 
estrella- pero ese trineo desciende sobre las escaleras
con un calendario de uvas y en alguno de mis sueños
la temporada es de sudarios.

Los navìos son escarlatas ahora.
Iguales a birremes que calan en las boyas, comparables
con un sonido ancestral que llega desde las mejillas
como un parpadeo; la orilla es de rafagas cuando
lo describe.

Las fragatas son escarlatas ahora.
Tambièn las sienes y mentones, incluso la celeridad que
atisba el corredor desde la claraboya, alguna chimenea.

Viven en los aposentos de una estructura de humo las efigies.
En la espuma calzada de la travesìa, junto a una mirada
que cae de la plastilina o por la frecuencia
de un brazalete entre siseos de crateres.

Y todo lo demàs es una comuniòn.

Con las selvas y las anclas.




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