domingo, 13 de septiembre de 2015
Estadio del Espacio
Este espacio ajeno y dotado para nosotros.
Este espacio imitado por la supersticiòn.
Tomado por lo sobrenatural en una de sus colmenas.
Que no tiene limites ni esperes una conmociòn
para ti en sus oceanos, este es un espacio crepuscular
para aquel que aprendiò a caer entre los crepùsculos
y fue estampado por la magia en una culebrina
o un acto de sal ebrio de timpanos
la libelula sobre el oceano y la crisalida entre
un santuario donde sueñan los ejes, tambièn las
ceremonias en las que una enramada cita a otra con
un pifano irracional como la nube o la erudiciòn mas
lejana del lago en el crotalo, en las crines; ese
manantial de fresnos donde alguna noche dimos
nociòn del pino en las hojas, de la humedad en
los brazaletes de las ramas; una humedad de liebre
y despertar en el insomnio, donde los cadaveres
respondìan a las fraguas con yescas de vidrio
o elipsis segùn el diafragma en la dentatura
de los hilos; eso tambièn pertenece a este
espacio.
-pero los hilos son tan hostiles todavìa-
Ese espacio de bocas con sobrevivientes de gemas.
Extasiados por una deliberaciòn, inmunes a la
inspiraciòn del cometa cuando libera una rada, una
astronomìa dedicada a despertar el sol o recalar
en èl, con las edades de lo sobrenatural en los
especimenes del verso, junto a una botella dorada
de piernas o la estela poseida por cuadros que
ocasionalmente destapaban gnoseologìas, partos
de dios, semen de virgenes sobre un pozo dorado
donde las sentencias caminaban a cada instante
con ese abominable talento de un incendio
materializado por la llama, mientras la ciudad
acariciaba un volcan, entre contenidos que sòlo la
espuma recrea en el punto, en las historias de
la linea, para algo como el espacio; el espacio
del cual hablamos en un rito o en un templo,
descolgando indandescentes fracciones de fosforo,
todas ecuestres caminando hacia el limbo
donde nuestros forasteros del climax esperan.
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