martes, 8 de septiembre de 2015
La Vida de un Girasol
He visto la vida junto a un girasol.
Llevaba un iman.
Llevaba una crema de agua en sus mentones.
Poseìa una historia de legañas en sus pupilas
contandonos otras cosas.
Tenìa en su frente un pètalo, como aquellos
que son sacrificados por la naturaleza en una flor.
He visto la vida de un girasol y aconteciò que los
pàjaros derramaban sus cabellos entre los hombres,
que los jinetes eran borrados entre simulacros
y era ecuestre el sol como una oscuridad formando las
siluetas de una vida a partir de los craneos.
He visto un girasol.
Lo he observado a partir de ninguna arquitectura.
Lo tomè de la nieve y creò la sensualidad segùn el conocimiento
de las uñas, un amanecer de piel y agua, cuando los
huesos se desvanecen entre las reliquias y los pergaminos
crean naciones asoladas por la brisa, por el derredor
del juicio y de la sal, del movimiento y los
acordeones, tomados como pustulas
o estopas.
Tomados como lenguas o fiebres.
Un girasol.
Industrial como un depòsito.
Lleno de virgenes quimicas al agonizar sobre la nieve.
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