lunes, 14 de septiembre de 2015
Ascenciòn
En el fondo del oceano yace un palacio.
Es antiguo como una visiòn del mar que llega de
los antepasados.
Es antiguo como la punta de una reliquia entre
las humaredas.
Semejante a un libro de agua donde escribe la tierra.
Es extraño y a medida que los astros son cruxificados
vuelven a morder el viento que cruza una palma, la medida
del sol en la hierba, el jardìn de verano que las
nebulosas hunden en la hierba, junto a luminosos
animales de polvo y anilina, de recorridos
de espejos.
En el fondo del oceano donde muchas cosas dejan
de materializarse
y en apariencia nos ubicamos en una flor
segmentada por una mandibula y al
igual a todas las narraciones que cruzan la lluvia
somos objeto del agua y los cosmeticos con
los cuales exploramos el sueño y el infinito
que en esta hora està compuesto de extraños paises
y helicopteros.
Modos de agua entre la libertad
practicas y nombres que la intuiciòn despierta en un
nombre entre las escaleras, sobre los
rascacielos, modos llenos de sonidos aciagos como los que
yerran en lo màs profundo del universo
entre historias secretas del fìn,
entre estuarios que
-tambièn diriase-
proceden del sueño.
En el instante que desvaneciendose en la palabra,
la intuiciòn asciende a la hecatombe.
Y toda hecatombe, en alguno en sus triangulaciones
es nada màs que verbal.
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