sábado, 12 de septiembre de 2015
La Tierra de la Contemplaciòn
La tierra donde la contemplaciòn escribe.
El oceano de los pseudònimos junto a una cuchara.
Las uvas de una dinastìa en los yelmos, las
serpentinas que bajan entre los fantasmas.
El espectro sobrenatural del ungido, hoy que cae
en la lucidez del amor con una cintura de huesos
en sus sienes.
Esa silueta del ungido que pasea por las calles
con un bozal en tales sienes.
Nuestra contractura muscular al verlo o
la vida de las falanges en mi boca.
La vida de una fragata en el oceano, lugar donde
separase el trigo del agua.
El mineral profundamente secreto del polen.
El hundimiento de un animal en el racimo.
Las cofradìas y la visiòn totalmente amarilla de
una distancia donde los bosques toman el dìa mas ecuestre,
la condiciòn del verbo, el inspirar de esa naturaleza,
el resplandor del piano.
El silencio del pajaro que se uniò a las palabras.
Lo sideral del espejo considerando una aguja.
El hemisferio del platino en una primavera de mercurio
como la que sueña en la sangre.
La boina oculta en las venas.
La belleza plateada de las entrañas.
La configuraciòn de los fosiles y en cada miramiento
aquella estepa llevandonos hacia lo posible.
El ministerio de un descenlace, el patrimonio de una
cabeza en el aire, guardada con celo por la transparencia,
el dìa del calor y el del juicio, los barrancos por donde
las quimeras se posan, el albedrìo de la nube
estampando en las alas del murcielago
astillas de niebla, de espuma,
de nombre vapuleado por lo verosìmil, el otoño docil
en la cruz que yerra en los cometas, como un halo febril de
caracolas o musgos; enigmaticas formas de alientos
que llenan la escarcha, la melodìa de jinetes,
el barco que desnuda las flores llenas de tropismos,
donde màs de una espina se inclina para tocar
los pètalos y envenenarlos hasta la llegada
de un camello o la huida de dios en la arena.
Donde los medanos y las corrientes dan otra
forma a los segmentos del desierto.
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