viernes, 9 de octubre de 2015
Poema
El poema caminò por un patio.
El mar a lo lejos coreaba una historia de escamas
abandonadas en la superficie por los peces.
El sol brillaba en ellas.
El dìa era limpio como una amapola.
Los pàjaros buscaban serpentinas de oxigeno en
el viento.
Crespones invisibles recorrìan la fantasìa
de los ecos.
Los nombres se estrellaban contra aquellos que
llegaban desde otros.
La linea en el agua dejaba de ser un tatuaje para
el manantial.
Los pianos levantaban el vuelo desde un muelle.
En el sueño el recorrido de un mastodonte era matinal
como una supersticiòn.
Desde el fondo de un precipicio, la razòn volvìa
a ascender por los acantilados llevando
una raìz en su frente.
Las raices habìan atravesado el paìs de los huesos.
La palabra era un jardìn de carne donde el verbo
cerraba los ojos antes de golpearse contra las constelaciones
en las cosas.
Movimientos extraños dentro de los objetos
convertìan el celeste en hangares, en estos dormìan
sus siluetas.
Y en algùn lugar de lo indòmito, sus sombras.
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