viernes, 2 de octubre de 2015

El Iris de la Memoria





Escritura de hemiciclos.
De los dioses en la hora de la barbarie.
De las selvas en conjunto unidas a un vaticinio
como el que llevan los ejes de corales en sus lineas.
Escritura de runas sorteadas por los espejos de
los griales. Faros de fiebre sobre los sonidos.

Manuscritos de linternas y longitudes ahora que las superfies
empiezan pacientemente a destilar una rafaga: que
sea hialina, dicen nuestras voces.

Y la quietud es un vaso que enciende un punto de vidrio
en selvas de diluvio y leviatanes. Escrituras; sobre ustedes
la humedad de la arena y la silueta de una palmera
encorvando su sombra tan igual como lo hace la materia
de su cuerpo.

Existencias de musgos que orientan hacia el sol y los megafonos 
una cinta de goma y gaviero uniendose a la soledad de un
espejismo, que enumera en sus versos el paradero de 
las raices, el muestrario de la tierra encadenada a
un bozal que sueña en su boca, las columnas de
una distancia, irisada por un sorprendente
moluzco de hierba.

Incendios que a esta hora detienen una cicatriz, la herida
de la palabra cuando parte hacie el sueño trazando sus caminos
desde la boca, llena de estelas y antorchas blancas; al caer
el pavimento es convertido en cenizas blancas por 
una de ellas.

Todas las demas se convierten en el iris de la memoria.








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