miércoles, 28 de octubre de 2015

De Noche Alquilamos un Buho




De noche la carne de la montaña es un eco.
Vacilantes cadenas de fosforo siguen al musgo.
Son incursionados los bosques hasta convertirse
en ciudades. Llamamos por telefono a una 
araña.

El pajaro de agua confunde su rostro con el del vaticinio.
Prodigiosos enjambres de piel encajan en un punto, donde
nace y crece la escarcha, es ocre el purpura como en
un juicio marròn. Macabros pabellones siguen a
las ninfas.

Santabarbaras de cupulas desfilan en una comarca
cerrada ante el brillo por el pecho. Mariposas negras nocturnas
dirigen el voceo de un fantama en un nido de polvora
donde ya antes se juntaron las sìlabas.

De noche alquilamos un buho para despertar.
Tomamos un alfabeto al lado del mar porque aùn ante
el mar todo el sediento, oimos a los muelles; desencajados
llegamos a un puerto, al sol que en los simulacros de
su hierro, convoca orillas de molinos y espectros,
de fantasmas que traen manantiales y raices
en sus sienes, direcciones de hambre
y dromedarios.

De noche. Cuando la ciencia respira en el parpado con
voces de milenios y piramides. Cuando el màstil de un
equinodermo conjuga su sombra con un asta en los patios
donde una revelaciòn era la infancia y el respiro encalla
en el pulmòn antes de llegar a la realidad.

Y nosotros creemos en èl como un barco.







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