miércoles, 21 de octubre de 2015
El Despertar del Eter
La colina que despierta al eter o la palabra
como un simulacro entre voces de hipnosis.
Las columnas se abren entre los cabellos de
un pez con mandibulas.
Las redes vuelven a conjurar invocando en
un soplo.
Planetarios nombrados por eventos del sur
en una moneda.
Reliquias como el amparo del verbo al tensar.
Faenas llenas de escafandras en una amapola.
El cielo y el desliz. Palabras como la noche ahora
que el mar aprende a conjugar sus aguas en la
orilla: nace una ola.
Alquimias como el liquido y los templos.
Casas milenarias de àrboles respirando el fuego
de la belleza.
Jinetes de carbòn en una lìnea de cuarzo.
Tradiciones de lluvia en el verbo.
Constituciones de animales en la palma de una mecha.
Estrellas como el manantial de un dardo o la visiòn
de una polea en un encuentro con un manifiesto de
arañas, junto a un sol dorado.
La tea de una escama llameando en el pecho.
Circulos semejantes a una ballesta ondeando en el hecho
imaginario de los cuartos crecientes irradiando una flor.
Pròximos caminos de un cometa son, donde las agujas y
los rìos vuelven a los fòsiles.
Y nosotros con ellos.
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