domingo, 4 de octubre de 2015

Después de la Rosa





Y después la rosa, como un mineral
frotado por el purpura.

Luego su tallo, como una dimensión 
irisada por un jardín de agua donde duermen
los pelícanos.

Y tú los observas, lo tensas en una imagen
que descubrió lo primitivo entre hordas de soles
omniscientes y brillos que fueron saqueados.

Incursiones de polen en una ciudad 
de pabellones grasientos como un arca, donde
los baules se citan con el cuadrado y la armonía del
vacío en un pensamiento celeste.

Hemisferios como los que inunda el granito
en un valle blanco de albuferas, suspendidas 
entre granos de soplos como aquellos que emergen
desde las antorchas de nuestros alientos.

Jaguares semejantes a los que incendian el tono de
los adioses barriendo el mediodía de un capitolio, donde
grababan en silencio las agujas sus nombres.

Después el polen, trasmigrando entre calles
que alguna vez secuestraron el brillo de las cupulas
en el horizonte y nos dejaron las siluetas
deformandose entre la edad del sol en el crepusculo.

Y después la rosa, escribimos...

Para que jamás lo olvide la memoria.






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