sábado, 24 de octubre de 2015

Dada la Vastedad






Dada la vastedad y el hilo. Dados los
cometas y la serpiente del otoño desde un gris
que acaso tensa este manantial en una horda
o las estrellas que lucen un puerto maravilloso
de plagas, donde ondean policromos dorsos.

Y dada la civilización del tren, el vicio del
mar en los tornos, la imagen que aferra el tiempo
a esas maquinas de luz y viceversa donde 
ayer el viento llegaba a los paises con una rueda
en su rostro, semejante a los tropeles.

En la carta de la ojera en el riel y comunmente
el dedal en las ruedas de los barcos donde un
equinoccio muta emanando a los cirios y en
esa forma de caminar hay bruscamente un reloj
un jardín sin topacios ni amuletos de sed sobre
las mascaras.

En los muelles que dan como fundados los ecos
en las santabarbaras de una fila de epitafios, donde
centellea el molino y el pensamiento llega al final
de la idea con una secuencia amarilla de velas
apostando por incursiones en el lumen.

En los castillos que son las voces de los labios
o los conjuntos de sal que tempranamente llaman
conjurando un bosque, una ciudad de opalos
o quizá esa extraña espera de una mantis
sobre la rama azul de las encrucijadas.

Donde dada otra vastedad, ondean hacia el mar
tus cabellos.






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