miércoles, 21 de octubre de 2015

El Oso Amarillo





Los pájaros en la carne siguiendo a los cabellos.

El oso es amarillo en la puerta.

La estrella roja con un crucifijo.

Los umbrales eligen silenciosamente sus frutos de
silicona.

Elixires de petroleo en algún punto del muelle escrito
por los animales.

Durante la trascendencia el sol ha dejado un
talisman que ahora tocamos, junto al mismo había
un oráculo que decidió caminar hasta el mar. Lo seguían las 
sienes.

La mandibula atada extrañamente a los cabellos. Se habían
extenuado las pocimas en un albergue palido y condiciones de 
espuma en el craneo, enarbolaban un hemisferio de crestas.

Los pájaros en los cabellos.
Lo aereo sobre lo ecuestre y un jinete con una boina,
recorría el interior de un automovil como si fuera la cordillera
de país lejano, indómito, casi inaudito.

Torreones. La galería del sol ahora es un circulo e imitamos
las residencias que orientan los pasos hacia un equipaje,
hacia un dormitorio donde las casas son un augurio
ensimismado en la rama, en las dagas de las hojas, en el
espacio que deja la resina.

Mientras el corazón inunda sus especios de eter.
Sus espacios nuevamente, de gasas.










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