miércoles, 14 de octubre de 2015

La Humareda en la Boca





Caminè hacia la tarde con una humareda en la boca.

La humareda provenìa de una chimenea
donde escrutabamos civiles.

Habían notas de estrepito y temporadas de sueño.
Dialógicos puertos de arroz.
Pieles de zocalos.

Caminè al nubarròn con un paìs de agua en el humero.
Esperando las raices que religan el despertar
de un huerto en el primer vuelo del alba.

Ese vuelo que no pertenece a los pájaros.

Trasladé mi pasos a un mundo que tal vez nunca es
conjugado en nuestras vidas.

Que sólo pertenece a una linterna o el dialogo de
una mariposa al deshacerse.

Aguardè un cuerpo en los circulos.
Uno lleno de lamparas y abundantes reflejos como los
que suspende por la noche una libelula.

Todos eran amarillos.

Todos guardaban un edificio en las uñas.

Palidos como el profundo color del resplandor .

Yo estaba solo con mi humareda y caminaba con ella.

Se había apostado en la boca.

Si lo hubiera hecho en el sueño.

Tal vez hubiera podido despertar.



 

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