sábado, 17 de octubre de 2015

El Pensamiento del Verbo






Ten la huella, lo homogeneo como parte de un 
tallo en el momento que los pétalos dan un significado
al agua. Se heterodoxo igual al magma en las
serpientes de un valle; tal magma siempre
está coronando sus cabezas. 

Mira el helio encerrado en ellas.
Calza un bergatin por tarde.
Se también tu oido. 

Busca un oleaje lejos del mar, entre palacios
que fueron conquistados por el hidrogeno, camina al
oxigeno como si ello no sólo fuera una metáfora, 
da por cumplida una fecha con el sol y observa
el corcel que apenas roza el maleficio con una
de sus sonatas volviendo a pensar como el verbo.

Pero quién sabe como piensa el verbo.

Intenta ser ese pensamiento del verbo. Camina a
la cúpula, detén a las hormigas en el interior
del gorjeo.

Ve a la orilla, allí descubrirás que estás incompleto.
Que la sombra de una amapola ya no te acompaña
y arranca sediento la ultima concha de ambar en los
farallones, en ella las tripulaciones de un navío
también dijeron adios desde castillos de crateres.

No seas inmortal porque ello vive sólo un instante.

Indica el sentido de la erupción a los volcanes.
Ten por libreta un correo de arroz sumamente amarillo.
Se atroz nuevamente como un cono.
Reconoce a los sonidos por las cosas que llevas, no lo
hagas jamás por sus percusiones.

Marca un paso, todos lo hacemos pero es necesario
que lo olvidemos para que la memoria de la palabra lo
instituya como recuerdo o figura que desde una
ceremonia atraviesa el sueño.

Cruza basicamente ese sueño.

Es escencia de la realidad donde las bengalas por 
la noche toman los espejos.

Es el pensamiento de un verbo cruzando los colosos.

Es el ritual irrenunciable de una cadena a los tiranes.

Es el viento de una silueta que naufraga en las huellas.

Esas huellas ciñendose en el atardecer a las fraguas.

Donde es el fuego quien elabora los cantos.









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