miércoles, 4 de junio de 2014

Numero Dionisiaco






Un número que escribe. Por más que no lleve unidades
que lo acompañe. A través de sus elementos, escribe.

Puede simbolizar otras cosas. Una liebre, una autopsia,
el acantilado por el que caen durmiendo las madreselvas
o el punto donde un animal confluye con otro y lo hace 
de manera visceral, hasta encontrar un libro, una aguja 
tras otra, miticas medialunas, otros prados.

Silenciosos como una gruta sin descubrir, los brahmanes
buscan soledades de origen granitico; ópalos oponiendo
al lenguaje el sentido del tacto y lo hipotermico. Enteros
sobrecogimientos avinagrados por los riscos batiendose
en el horizonte, semejantes a la diagonal en el rictus de
las flautas.

Veleros de eter bañados por hechos de coribantes. Frases
u operaciones de antiguos músicos macizos quemando la niebla, 
dorados como las hecatombes o las avanzadas del diluvio
y los acorazados en la escarcha. Oraciones de inmensos
sonidos en aquellos acordes que vibrando eran sinfonía
del día en las estalactitas, con las acuarelas de una leyenda
en las fibras, un génesis y la llegada al apocalipsis con
tramontas de huesos y escriben, una azotea despliega su
historia y descarga, su complemento encargado de
transmitir pasajes de dios en una bujia, en visualizares
de ganzuas o vidas empapadas de cuellos, en instantes
que la remembranza aflora en una ganzua.

Entonces ese número llega a la conclusión de que todo
ha sido un esguince.

Y empieza nuevamente entre números dionisiacos hipnoticos.






Guillermo Paredes

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