jueves, 12 de junio de 2014
Unidad y Estructura
Yo me alimento de martillos.
Pienso en nadie y viceversa, ante de
raspar un oido.
Busco telefèricos.
Intento imitar portaaviones. Cierto
resultado de ello es lo absurdo.
Pero lo absurdo suele ser espiritual
al alimentarnos de martillos y aunque
mucha gente vea el cerebro en el
interior de una nuez, toda nuez deja
que ello sea siempre un disparate.
Pensar en nadie es sòlo pensar la
forma en que nadie tambièn piensa.
Ello se convierte en un tratado cuando
dejamos ciertas lunas, algunos tatuajes.
Un marsupio y las cosas psiquiatricas
-socialdemocratas- en bares de ultramar
tejiendo en la vera o el meandro ese
pubis que ciegamante anraquista duerme
entre los puercoespines.
Anhelo telefèricos -fue escrito- recuerdan
menguantes, equilibrios publicados al final
de los laboratorios, cuando el poema pasa
millones de veces por las manos para dejar
de ser poesìa y aunque mi concepto allì de
la plusvalìa sea muy abstracto...
dirè que nadie puede separar de la melodìa
un verso de otro.
Entonces diferenciamos para conocer que poema
roza la unidad.
Y cùal se desvanece en la estructura.
Guillermo Paredes
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