lunes, 9 de junio de 2014
Poesìa
Esta pagina no està lista.
Asi que los fuselajes que llegaràn una aurora
lo haràn en vano.
Luego nos darèmos cuenta que vivimos muy poco
para lograr ordenar nuestra soledad.
Que si encontramos lagunas en ellas no fue por
el sentido o las mayùsculas.
Y elegimos entre ciudades la que se decìa obrero
o civilizaciòn.
La que ascendiò a los prostibulos y detuvo en
ellos el nombre de una ramera intentando
crear un idioma.
Vasto el idioma en
ese delinear de alboradas, vasta la hermeneutica
creciendo en el polen de una mitografìa
donde lo legendario describìa una oraciòn que al
salmodiar entre hadas
desprendìa su vocaciòn de electricidad o arte
enquistado en las hiedra
con un planear de eufemismos.
No, no se alistò nunca en fiebres.
No se enrolò donde capitanean los muertos
los puñales que cruzan el cielo
ni ruletas que dejaban el mal
en las piletas
disfrazadas de anatemas
escarchadas hasta en el fin de sus nombres
con la màgica violencia que precede
a las cajas o los vaticinios
salmòdicos, del abeto en
las lumbres
con tacto memorial y genètico de corazòn
o roble en la mustia mañana de las sospechas
junto a las corazonadas, donde el mar
se empina un poco hacìa el papel
reencarnandose en aquello
que como atlas descifrò lenguajes
para los esporadicos corazones del andar y
del martillo.
En inimaginables cretaceos de limbo.
Donde la sal empieza.
Guillermo Paredes
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