lunes, 9 de junio de 2014

Predestino







No deberìa desintegrarme.
Abandonar mi comunicaciòn con los ficus.
Caminar diariamente hasta aquì sin esperar
algùn sentido.
Llegar a este espacio lo es. 

Pero aùn siendolo, palpita igual que la piedra.
Su palpito es un vibrar propio de la dialectica.

Ahora, la caratula del virgo toca la vida silenciosamente.

Los arabezcos que no son propiamente de un virgo
tocan lo que no va a desplazarse.

Medito en ese lenguaje donde viajan centenares de
hormigas.

Reflexiono en èl antes del vuelo como lo harìa
el musgo y el helecho.

Idealizo tìmpanos, pero no poseo la fe del sonido
para llegar al absoluto.

Y todo lo que puedo escribir del absoluto es lo
siguiente: Un barco lleno de brùjulas
predestinado entre los 
candelabros.




Guillermo Paredes


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