viernes, 27 de junio de 2014
Los Nombres de los Arreboles
Vela la transfiguración un matiz entre
la astralidad.
Velalo de forma en que un vellocino borra
su tregua con la magia. Con ordenes de hogueras
y cofradías. Bajo el asunto rojo de la lluvia. Una
noche donde los animales pondrían una distancia
como aquella que remontándonos a los diluvios
desata un genesis en las sienes. Como aquella
escribimos. Mientras la sensualidad es el
marginal del sentido. El subversivo de
la lucidez sin planetas.
Es velada la forma de una región.
El ruido sobre la mesa del geranio crispandose
entre desembarcos de talismanes.
Talismanes de una veleta sobre rafagas de
sóplo entre la higuera, cuando el fruto arrancado
lleva en el pico la serena conjunción que da la muerte
en el vuelo. Diríamos que sólo se trata de
la naturaleza; diríamos como en una
exegesis, sólo lampos.
Y velada como un mástil sin proporciones.
Como la ubicuidad o los planetas de una
mañana entre diásporas verdes como el fuego
que tocamos o las llamaradas con que el crepúsculo
busca entre arreboles sus nombres, camina.
Y nosotros escribimos de ello como si hubieramos
encontrado los nuestros.
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