viernes, 6 de junio de 2014

Escalada de la Cofradía






Despierto para reconocerme igual que
el sueño. Las puertas alcanzan el mismo tacto
de las iglesias. Una vida cede al resplandor con
su nube anglicana. Luterano como una llama
de azucar es el navío al alejarse.

Los horizontes empalan rosados nigromantes y
en las almenas, navega un surtidor de estigmas
un golpe dorado.

Vespertinos buhos citan al carbón. Es distica la 
premura con que una adolescencia crea un fantasma.

Un violín en las acacias delimita el seno
del desastre y tibia ojera.

Villoríos por donde viaja un péndulo 
con la orientación de sudestada en apariencia
incrustads aún sobre las mas antiguas 
brujulas.

Rojos son los cielos ahora, tamaño de 
la sangre. Llenos de jabalinas como los papiros
o los remordimientos, donde el poema 
deja vivir a la escalada de una bitácora.

Donde vibran escritos bañados
sólo por cofradías.



Guillermo Paredes

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