sábado, 28 de junio de 2014

La Linea del Minotauro







Escribimos de minotauros hasta la llegada de ningun idolo.
Con esas manos dobladas por viejas partituras. En esos
hechos continuadores de eventos con virajes de mercurio.

Entre sombras de plata, cuando el hemisferio es apolìneo y las
versiones del mismo son terminologìas enciclopèdicas
y aureas. Todas llegadas desde la razón.

Escribimos -en el ser del escribir- dotados
de grutas y gaseosas estampidas y la huella de
un mañana con la resurrecciòn del coral
entre agrestes hospedajes.

Bajo tormentas donde el vòrtice conoce
el paso o la circunstancia de mimesis abierta al ejemplo
del referente en la rama cayendo hacia un rìo. Hacia un vertedero
y la conciencia mas liquida que el absoluto abandona en
el horizonte cercano a la naturaleza.

Donde aùn hoy como ayer nos toca recoger
una sabidurìa de tropo, guiados por el agua confundida
en la arena. Para tu conocimiento ello a veces
se llama barro.

Y no se convierte en imagen hecha de pacientes solitarios
y soberanos entre la nada de palidas ilustraciones: académicos
barros aquí enciendense ante la caida del otoño
y el fluorescente verano de la arquidiócesis
nos recuerda que las cosas
provienen de un roquedal y una muchacha
que entrego una linea en el hilo a un hombre; a uno como
a tantos. 

Y es el minotauro y no el hombre, quien aún escribe en 
ella. 









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