lunes, 9 de junio de 2014
La Casa
Nunca me he equivocado de casa.
Siempre es la misma.
Sè que deberìa suceder lo contrario.
Tocar la puerta de una, donde otros seres
me reciban. Donde sean otras las
palabras y los nombres de
los perros.
Pero jamàs me he equivocado de casa.
Siempre veo el rostro que es uno sòlo.
Un solo rostro que se repite entre
varios -siempre los mismos-
es su unidad me digo.
He aprendido a moverme en esa casa
como lo hace una mosca.
Camino en ella exactamente igual al
polvo y por màs que no pueda
afirmar lo ùltimo, debo hacerlo, caso
contrario, no entenderìa como es
que el polvo ensucia tanto una
habitaciòn como otra.
Yo he sido casi perfecto para tocar o abrir
una casa - olvidaba que poseo una llave-
No hay amanecer que no me haya reprochado
ello, asi que con ese azul de sangre
sòlo me falta concluir algo
que parece ligado a un poema. No a la vida.
Quièn sabe.
Casi exacto. Lo cual me dice que vivì
equivocado o errado, da lo mismo cuando
un laberinto en las manos vuelve a caer
de los planetas o asteroides
cruzando un origami con su mar
de papel en una danza sin
equilibrio alguno en las paredes.
Nunca me he equivocado de casa.
Y sòlo me bastaron los ojos.
Guillermo Paredes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario