viernes, 6 de junio de 2014
La Coherencia del Muslo
Recuerdo que escribiamos en los limites.
Que llevabamos coherencias como si fueran
verosimiles muslos de estampidas y a veces como
limones nos entristecìamos. Bajabamos del
cordel para ver la mirada del frìo en los
gatos, pero habìamos olvidado la
nuestra en los tejados. Pasò ya antes y tambièn
olvidamos el poema. Los himnos de madrugadas
suspendidas en el ladrido lejano. La soledad
es algo parecido a un pez se decìa. Tal sentencia
era hiàlina y escrita en la madera por las rafagas.
La lluvia habìa convertido en barro y piedra
el polvo. A nuestras espaldas el cuarzo
irradiaba siluetas y escribiamos en ellas pensandolas
serìamente como paradigmas. Los cabellos
deslizabanse entre subjetividades y los
acorazados mostraban objetivos de fuselaje
en una visera; mar y coral como fondo, mar y grilletes
en las chimeneas de una ventana donde
los grillos por la noche en el jardìn que dejaban
ver sus manos de hierro, inundaban la respiraciòn
de violines.
Guillermo Paredes
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