miércoles, 4 de junio de 2014

La Percusión de los Nombres






El jardín es el mismo, posee las antiguas cartas
en el corazón que lo hicieron crecer como un ermitaño
en la lluvia.

Camina al crepúsculo con fogatas de mendigo y entrañas
de acuarela como el roble.

Igual que el relámpago nunca llegó a la clarinada
y deletreó los objetos del arbusto con la desesperación de
una bocina en las esquinas del semáforo.

Filtró a través de los paises el ente de las mancias
requerido por la angustia.

Busco en el carbón el temple una vez más entre la arboleda
que dejó dormir la ceremonia.

Asumo que una tienda en sus manos es la curva
del bosque invernando en una bahia
sitiada por manantiales y archipielagos en todas las
ballenas que acoplanse entre soles.

Entiendo también de resplandores amenazados 
por metales en el origen de una linterna
despedazada por el cono.

Vió repetir a los osos el nombre que a su lado
engendró todas las cuevas. Lo vió dibujar, buscar un
gráfico, crear arenas hasta los parpados de lo divino si
ello era posible.

El jardín es y no es el mismo.

La única poesía está en la pronunciación de sus
nombres.



Guillermo Paredes Mattos

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