miércoles, 25 de junio de 2014

Episodio de un Poema







El poema està en el rìo.
Ha contado la historìa para que pueda
ser destruida por una leyenda.
Ha enumerado las torres y sin embargo
no hemos visto una sola entre la 
realidad.
Ha humedecido tulipanes.
Yo siempre he creido en las torres si eran 
acompañadas de centauros o en su defecto una
luna providencial de heuristica podrìa interpretar
cuando suma colores en la orilla toda la
sugestividad que deja cuando se le
arranca el hilo abdominal
que la une a los 
predicados; tambièn a los periodicos.
-màs extensos aùn que el ser o la 
niebla-
Es poema vive en el rìo y es heuristico 
como el juego del planeta.
Natural como ningùn episodio.
Relente del coral en el momento en que el error
une albuferas.
Lleva el horror de una alameda en el tiempo
decorada por iniciaciones de vacìo.
Hay que recordar que el vacìo es mas religioso aùn
que una escama o el bolido en una ventana
donde los vagones cuentan faroles
y lamparas de sueño como la admoniciòn: El poema
es jaguar, un templo donde los animales tocan
la presea del minarete ensombrecida por
un corzo o el laberinto donde la noche
es sumergida por un mitòlogo
uno que escribe en la luna cuando
se acerca al vèrtigo, uno que es maniatico y nos plantea
lo siguiente: toda psique en la precisiòn es
un fantasma. Un talmud que recorre 
la orilla y lo hace tambièn con 
un poema sin oidos, con esa boya que
llamamos expresiòn; toda psique es la aventura
de la oraciòn en determinadas circunferencias
y poligonos. 
Pero el poema vive en la orilla de un rìo.
Conserva el graznido.
Intenta convivir consigo mismo.
Vuelve extenso lo irremediable, se aleja de los
magos cuando es hora.
Y un poema conoce en que momento debe 
llamar a un hombre.
Sea o no activista de los polos, sea o no ilusionista
de ademanes.
Un poema sòlo es un filologo buscando
entre quimeras.

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