martes, 10 de junio de 2014

Poema del Carbòn






Te he dibujado en muchas piedras.

Cada una de sus siluetas me decìa que aùn era
temprano. Cada una de sus sombras llegaba a los 
interiores ebria de relàmpagos extraños.
Me situè ante aquella piedra para saber definitivamente
que no eras un embarcadero.
Gastè mis ùltimas monedas de petroleo en
comprar un abismo.
Propalè historìas de una ventana, justamente cuando es 
màs incierta.

Te he buscado en los mensajeros porque sòlo
ellos traen asonadas y uno que otro 
descendìa de Hermes.
Debo decirte que no pude inventarte las flores
que mueren dentro de los husares.
Debo confesarte -casi sin confesiòn- que no es astrofìsico
el valle con sus estandartes.
Escribirte -no tan ajeno, ni puro- que los escarpines
con los que vas a caminar no son botas.

Tengo tu evocaciòn -una soleada, muy soleada- ante
una partirura; me gustaba respirar deslichado en ella 
como un grillo.

He dibujado y ya que siempre vivì acompañado de 
una palmera, deduzco que ello me devuelve
a la naturaleza !ah! y ya que siempre imitè a un cigarro
debo escribir -ya sin destinatario- que todo
prodigio no es un semejante a un gitano
y que estos duermen sobre miscelaneas de avispas
en horas en que los nùmeros hablan de una vez 
por todas de los brazos.

Entonces abandonan los minerales.

Dejan atras el diamante
para regresar al carbòn.


Porque de allì tù has venido.




Guillermo Paredes

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