lunes, 30 de mayo de 2016

La Sal en la Luz





A la luna cuando explica la historia de la sal en la luz.
A la estrella uniendose a otra en los tambores.
A la hoja seca durmiendose en los bosques.
A la nutriciòn de un tulipan junto a los esquimales.
Al buzo que duerme debajo de las alcantarillas.
En ese pavimento que sòlo la realidad devuelve a 
la realidad. Al cometa entre los recolectores de
bocinas. A lo quimico con cantidades de vainas.
En lo maritimo cuando llena de astronautas sus orillas
o las escolleras que lucen maravillosos perdigones.
A la visiòn de un templo en la caminata de las uvas.
En la historia de la brisa cuando deja de ser legendaria
entre el arribo de precipicios que esparcen
apocalipticos jinetes. A la luna cuando es bosque
o necesariamente recoge el aceite que devanan los
cantos de los grillos en temporadas de himnos.
A la oraciòn con sortilegios de agua o sentidos
que eligen el reflejo en una noche continua a las voces
de los paredones.
A los sotanos que muerden el aire llegado de nervios
declinando entre los plasticos espigas de polen 
esparciendose.

En la radiactividad. En los puertos absolutamente
de helio o hidrogeno, llenos de sinagogas.

A la luna cuando racionaliza el sol llena de sal en la luz.
Al maxilar en la boca y los acantilados donde pareciera
que el brillo de un paraiso se recoge, ataviado de alamedas
y ferias semejantes a la espuma.

A los planetas que asaltan por la noche las fiebres y
detienen los espectros escarbando en lo hialino, como si ello
fuera lo ùnico que es sepultado en los parques.
A los cristales en las encìas convirtiendose en vidrio.
A los camellos de las tinieblas.
A la supersticiòn que porta de noche un pubis.

O las voces de la transparencia mostrando a lo lejos
una pared de agua y yeso al mismo tiempo.

Separandolo sòlo un instante de la vida y de la muerte.


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