lunes, 16 de mayo de 2016
Esta Tarde
Esta tarde el pez es de ceniza.
-pudo haber sido de barro-
Una de sus aletas llegò tarde a la premoniciòn.
Esos que han sido heridos por la premoniciòn conocen
que de alguna manera està emparentada a la tierra.
Los otros, fijan mancuernas y de vez
en cuando enumeran los escapularios
sobre una ventana donde filtra
una nube su experiencia. Cùal serà esta tarde
la experiencia de esa nube...Còmo serà por
sì misma la experiencia. De què mitologìa
escribirà cuando sea cifrada en
lo nocturno.
Pero esta tarde es de ceniza a pesar de los unos y los
otros. A pesar tambièn de los violines y las gaitas,
de la cuchara en el bolsillo del pantalòn y de los
conos de sal en las yemas de los dedos. A
pesar de todo ello, una de sus iguanas
convulsiona en los margenes
y convulsionar es de
alguna manera
validar un silencio que crece entre la ira y el violeta
de un dìa estereofonico,
con abalorios de lampos semejantes a los que lleva
un tridente al abrir la boca y llevarse
un dado amarillo de vapor a los
intestinos.
Esta tarde de peces que no son prismas.
Que poseen espirales en uno de sus atomos y
recogen de sus branquias, esa referencia
a una feria de troncos arrastrando el sol en un vagòn
de leche.
Este atardecer en que el sol ha vuelto a secar
la hierba de un jardìn hecho de caracoles, de acentos
como la longitud original de una aceituna,
rasgando en el pelo, el viento que
traìa la brisa de un morral
donde toda adolescencia
recolecta
y recolectarà faroles.
Este atardecer tan de ceniza por la razòn
de un pez y el sino de todas sus casualidades.
Entre atentados de fosforo y cuchillos de
fiebre, sobre todas las mesas que
caminan entre los relieves de sus ojos.
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