sábado, 28 de mayo de 2016

La Idolatrìa de la Esgrima






Si una flor se incluye a diario en una hoguera.
Si las fogatas son nada màs que un parpadeo
liberado por una idolatrìa de esgrimas.
Si proporciona alambres o elasticos a una pradera.
Si entre sus maleficios trasciende al lenguaje
que se seca en un dormitorio de empeines.
Si esta vestida por el humo de una motocicleta
y los castillos a lo lejos son perpetuamente de naipes
y baules que exigen casos opuestos al aceite.
Si las palabras responden siquiera un eco.
Si los animales reconocen una de sus prendas en
el lomo de los pumas donde duermen las avispas y 
los carbones son cetrinos conjuntos de hierba y carne
acumulada por los siglos.
Si esto que trata del vivir es milenario o es niquel
que demuestra la tarde en un caso de obispos 
en la piel o una orilla donde ceden apriorismos a
ventanas magnificas, por las cuales despierta
desesperado un iman en busca del medano.
Si desde aqui me alojo en esos imanes con bucles.
Si me entero al final de los grilletes colocados
en los labios por la belleza. Si ignoro y al sur
de mi edad hay, un molino que resucita en 
otoños de acupunturas o existencias avidas de
helio.
Si una flor intuye el peso de las nervaduras.
Si desde ella volaron los gorriones a ciudades
que aprendieron de los planos. Si aqui durmieron
los limones bajo atmosferas de ciclovìas
y sedimentos que existen en la brisa, iguales
que arcanos testamentos que eligen o disputan
su respectivo invierno a la sangre.
Si todo esto es un paisaje de escolios o dìas
que podrìan explicar la anunciaciòn en la espuma
o una muralla donde se reclinan por la noche
las sombras, para leerle una oraciòn que
es un verso a una formaciòn en los espejos.
Una formaciòn que es de hule. Que es de laca.
Y se agita cuando se arrastra por el bronce
donde aùn espera igual que amanecer un 
pensamiento.











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