miércoles, 25 de mayo de 2016

Arboles







Los àrboles se arrastraron a una cadena.

Las desembocaduras formaron el nombre
de una flor en los cometas. Aquello que
era sediento se involucraba en una lejanìa
en la cual dormìan los topacios y el silencio
de esas habitaciones llenas de cupulas de
sangre.

Los àrboles caminaron hasta esos 
mensajeros, donde los parpados fermentan
arcanas figuras transfiguradas en un
espejo.

Los àrboles inundaràn el celeste del 
hemisferio y hablaràn de un niño que llevaba
una ciudad de corcho en la boca.

Todas las cosas eran extrañas en los 
periodicos pintados por un arca o el 
esquema donde el aceite inventa una hoja
de barro.

Todo era inocente hasta la llegada de 
un volcan de escamas, lugar donde las 
herraduras son imprecisas como
un sentido en el hielo o la formaciòn de
una flor intentando desprenderse
del tallo.

Los àrboles se dirigìan a una cadena.
Los hùmeros representaban crestas ese
dìa. Mediterranea era la polisemia 
aquella tarde, tambièn la estela de un
pubis, incrustada en la puerta de un
astro; tambièn hecha de madera.

Esos astros que se dirigìan a los 
sacrificios y a las amapolas esa noche.

Pero no sabìan como.










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