viernes, 20 de mayo de 2016
Los Mitos Encerrados
Veo la nieve.
A lo terrestre comprendiendo una edad
de fibromas en ella.
Al escualido rumbo del tomate entre faldas
de hiedras. Veo al ruido que se contamina o
se deshace entre cefiros, semejantes a
una silueta.
Uno de esos cefiros ha caminado desde el ancla
para envejecer en los mitos encerrados en
los patios.
Las saetas, donde esta mañana
la intensidad es negra
como una ceremonia de enciclopedias
y frutos que beben de la sed de los cartilagos
y se deslizan con desesperaciòn en el
espacio.
Hechos de aire.
Circunvalaciones al lado de un craneo donde
se menciona al lirio con una botella de
carne, alli lo alado
llega el final de los crateres con una pira
de lodo en sus cabellos. Nace un
angel en todas las nucas del mundo.
Observo la nieve, pero ello no siempre es
una cavidad, ni una dimensiòn donde los platos
siguen a las figuras con imagenes que
el sol ha derrumbado en una sarta, en èsta
cantan hasta ser emanaciones del sueño
las bolicheras.
Naipes de yodo ahora que las constelaciones
humedecen una especie de tulipan
bañado por morteros.
Naipes que detienen la longitud de una calle
donde la gravedad insiste en crear
nùmeros con pensamientos.
Botas con sonidos de plomo donde la rama
se detiene en los aulos con carteles que una
noche pertenecieron a los demonios.
Clanes de agua en los que la semejanza
indica a los astros en què parte de las ciudades
lo boreal recupera un farol
incendiandose en las alas de una mariposa.
En las alas de una mariposa.
Donde las encìas despiertan.
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