jueves, 5 de mayo de 2016

Los Seres de Magnesio





Comprendo que haya seres enigmaticos.
Exoticos como una lengua en el interior del sudor.
Vaporosos, iguales a un castillo de barajas en 
uno de los puntos del polen. Llevan 
cuadernos.

Son como personajes primitivos en las celulas
y la lengua.
No siempre son nucleares, pero se acercan a 
los manantiales llenos de mentones
y nervaduras de viento 
radiactivas.

Derivan de ningùn sol, asi que cultivan arañas
y escarban en los orificios donde la
multiplicidad, silueteados por
una ballesta, casi dormidos en el origen de un cono
recuerdan los inviernos donde  
deambulan entre dirigibles y barricadas.

Son seres de magnesio.
Irreconocibles bajo la seda de los calendarios
o el nùmero de las lineas, justo en el momento donde
millones de tigres desde el hemisferio se derraman
sobre las ciudades y ya no sabemos
como llamar a eso que queda
ente nosotros.

Tienen aletas. Estàn llenos de branquias y aterrizan
-por lo general- entre epitafios con la suerte de 
un grial en las entrañas de una lampara.

Migran al lado de los puertos.
Colocan los craneos de los alfileres en la parte màs
oriental de los sesos de un navìo.
Oyen las campiñas en el iridio de las catedrales
porque saben muy bien que no llevan el significado de
los pronosticos.

Deambulan entre el sol y la luna devorando
murcielagos.

Acechan entre los muelles y las libelulas, ignorados
por las orbitas de los bulbos.

Piensan en las montañas porque en el fondo de
ellas hay palacios de sodio.

Respiran en las columnas de las ojeras porque
en ellas agonizan las monarquìas que en cada menguante
se irisan para ir detràs de las cigueñas.

Existen seres. Son una mezcla de flor y azogues en 
las turbinas. Llevan a todos lados sus
hojas.

Caminan a las astas y librerìas
cuando ya no queda nada que escribir en las
mismas.

Y la ùltima pàgina en aquellas les dice
muy suavemente al oido, que todo lo que pudieron
decir en ellas, ha terminado.

Para que nuevamente empieze.







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