lunes, 30 de mayo de 2016

Las Siluetas







Las siluetas de los pàjaros marcan en su vuelo, las 
cenizas de las cabelleras donde la realidad despierta
o duerme emplumada.

Lo insomne desciende del vacìo con un aparejo
y un velamen abandona puntas de cera en los oidos.

Dado que la noche es un acento maritimo, vuelves
a arrancar los màstiles de tus palabras.

Te acercas a un dormitorio donde las ventanas
recorren los violines encerradas en las entrañas de un cine.
Escribes -casi sin emociòn- de castillos y plataformas
donde un ser de zocalos es herido.

Los duendes giran en un alfabeto suscrito al agua.
No eran animales por los cuales tuvieras que ofrecer 
la sepia suspendida en una de tus uñas y tampoco eran
dibujos de camellos encerrados en una astromelia.
No significaban espìritus buscando en la proa
de una galera sus profecìas.

Las siluetas de los pàjaros marcan en su vuelo, el
recogimiento de la luz en una ribera. Parecen
ondear en su escalada a los aires.

Los planos sujetan objetos de iridiscencia como si
ello fuera todo lo que puede ser arrastrado en un hilo 
debajo de la memoria.

Ahora sabes de donde procede el mar cuando se convierte
en periodico.

Es un brillo muy pequeño que es arrancado a la realidad
por el planear de un ave.

No, por la respiraciòn de los peces.

Los ùltimos se desangran en el oxigeno, debajo del oceano.













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