miércoles, 5 de agosto de 2015
Candelabros
Acaricia el tono de una raìz en el amanecer.
Adiciona una gravedad muy diferente al hambre.
Ten el sentido de la nebulosa cuando muerde.
Ofrecele a tu espìritu un crepusculo por la
noche, bajo ese nocturno que no siempre
es de piedra ni azul.
Intenta completar el tiempo de manera que
debas crear otros calendarios.
Ten la posibilidad a cada instante de otros
azufres.
Medita en una herida pero no mucho, el
dolor va siempre màs rapido que nosotros.
Si piensas quedarte solo, construye tu casa frente
al mar, que sea en un lugar donde la esperanza no
pertenezca a los hombres, tù sòlo observa.
Crìa animales, pero que no sean cuervos.
Si piensas dedicarte a arrancarte los ojos, hazlo
entre tus propias figuras. Eso acontecerà
en un poema.
Labra sobre los protozuarios.
Piensa en gnoseologìas entre los helices.
Compra el pan muy temprano y cuando descanses
hazlo en el vientre de tu perro para ver como
se moviliza una pulga. Pon atenciòn a ello.
Una atenciòn que no sea sòlo conciencia.
Cruza la mañana con pocas intenciones.
Acompaña al sol hasta la entrada de una iglesia.
Respira con cierto equilibrio, uno que llega
de la demasìa.
Acercate a los relentes.
A la madera en el cretaceo.
Acercate a las escolleras. A la espuma que
predica no sè que cosas.
Trata a la inocencia desde la màs completa
ignorancia.
Y al final deja que todas las cosas que te
rodean te inunden.
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